¿Desde dónde miramos la evaluación?
Se observa con frecuencia que muchos maestr@s, profesores y directiv@s solemos mirar las evaluaciones desde lo aprendido, desde lo que falta; también como una oportunidad de ir por más, de hacer nuevas comprensiones y aprendizajes.
Cuando pensamos en evaluación, ¿vemos a los nuestros alumn@s como parte de ese proceso evaluativo? ¿Tenemos en cuenta las emociones de cada un@ y cómo estas impactan de manera positiva o negativa?
Las emociones son un termómetro que nos da información. Todos somos seres emocionales, o sea que tanto alumn@s como maestr@s y profesores sentimos y emanamos pensamientos, gestos, acciones de acuerdo a ese sentir.
Mirando a nuestros alumn@s podemos observar y ver a través de su lenguaje corporal cuando aparece cierta rigidez, si en sus cuerpos hay signos de tensión, expresiones de miedo, de temor, de desgano, ansiedad. Frecuentemente vemos puños cerrados, ceños fruncidos, brazos cruzados, hombros encogidos, cejas en alto, boca y mandíbulas apretadas, entre otros; gestos que se asocian a emociones que generan malestar. Este tipo de gestos nos indican que hay poca predisposición o casi nula, para abrirse a transitar lo que se propone en especial cuando es una actividad evaluativa.
Los invitamos a ampliar la mirada y ver que las emociones también impactan en el proceso y resultado de las evaluaciones. A profundizar la mirada y descubrir que la “evaluación” es parte de un sistema, un elemento, variable o instancia muy importante dentro del proceso de actividades de enseñanza-aprendizaje.
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